Siempre escribo, desde que aprendí a hacerlo a los 6 años. Cuadernos y más cuadernos se juntan por el escritorio, en mi bolsa, en cajones de cualquier mueble en la casa. Así me acostumbré y por lo que veo así seguiré, el uso de las computadoras se me hace un poco trivial para la importancia que siento por la letra escrita de puño y mano. He conocido gente que dice que ya no puede escribir en papel por la facilidad de correcciones, y lo entiendo, pero yo no puedo ni quiero. Siento que es parte fundamental del proceso de la escritura.
Soy muy especial en este detalle. Empezar una historia es todo un proceso, escojo el cuaderno adecuado, decido si usaré lápiz o pluma y de que color, de punta fina o gruesa, tinta liquida o gel. Incluso pluma fuente, solo que es muy cansado.. Insoportable, lo se... (son manías que me dejó la escuela de arquitectura).
Todo hago en la computadora, excepto escribir, eso lo dejo hasta que ya esta lista toda una historia, con sus miles de tachaduras, bocetos y una que otra corrección, solo hasta aquí es cuando vacío las letras a formato digital, y claro que salen algunas nuevas correcciones.
No me aferro a lo pasado de moda, no le tengo miedo a la tectología. Es solo que amo las letras, el papel, el olor a tinta, y a la buena caligrafía. Tal vez me entiendan mejor aquellos que han estudiado algo de educación artística y no los escritores que usan únicamente la computadora.
También estas pequeñas entradas al Blogg tuvieron que pasar por papel y tinta antes de llegar aquí...