Todos los libros que leemos nos dejan algo (o por lo menos deberían hacerlo) como una moraleja, un dato histórico, un mundo de sensaciones y sentimientos, risas y lagrimas, o la llamada "Resaca Literaria" que se define como la inhabilidad de sumergirse en un libro nuevo por estar encerrado en la trama y enganchada con los personajes del libro anterior.
Tengo que aceptar que es muy común en mi. Siempre me quedan sentimientos implantados indefinidamente junto con el recuerdo del libro. Me pasó con la trilogía de la las "Brujas de Mayfair" de Anne Rice, tres libros muy largos que no pude dejar de leerlos hasta que los terminé en tiempo record, poco después trate de leer algo completamente diferente y opte por historia de la Revolución Mexicana... Gran error! Como conozco muy bien los personajes y la cronología de los hechos, pensé que sería fácil lectura, pero simplemente no pude quedarme con el libro en las manos, no podía dejar de pensar en los Taltos, en Nueva Orleans y en la Talamasca. Y no se trata únicamente de libros o sagas largas, por que en el caso de "100 años de Soledad" de Gabriel García Márquez fue lo mismo, mucho después de terminar de leerlo todavía seguía estudiando detenidamente el árbol genealógico de los Buendía.
Así que, aprendida la lección y después de aventarme seguida una saga de 10 libros de vampiros con "La Hermandad de la Daga Negra" de J.R. Ward, me propuse no leer nada por un mes... Aguante 2 semanas pero fueron suficientes para despejar mi cabeza de una banda de enormes y sexys guerreros medio sádicos y algo cómicos que se habían apoderado de mi cabeza. Fue hasta que por casualidad me topé con un libro totalmente opuesto al genero que regresé a mi habito normal de lectura; "Los Cuentos de los Hermanos Grimm"
